miércoles, 13 de marzo de 2024

Del amor (1)

 

Leí algo a lo que le he dado vueltas mucho tiempo, mucho tiempo. Es del libro “Despertar” de Anthony de Mello: Usted se enoja solamente cuando tiene miedo. Piense en la última vez que se enojó y busque el miedo subyacente. ¿Qué temía perder? ¿Qué temía que le quitaran? De ahí viene la ira. Piense en una persona furiosa, tal vez en alguien a quien usted teme. ¿Puede ver todo el miedo de esa persona? Tiene mucho miedo, realmente lo tiene. Está muy asustada o no estaría furiosa. En el último análisis solamente hay dos cosas, el amor y el miedo. “

Estoy de acuerdo aunque muchas veces no sé por qué me estoy enfadando, el enfado es tan rápido que él mismo no me permite saber por qué lo estoy haciendo.

    La tía Lola, una mujer sabia, tenía esta postal en lugar central de su comedor, la habitación principal de la casa donde pasaban, ella y la tía Carmen, muchas, muchas horas.

Tony de Mello dice también en ese libro que a Dios puedes llamarlo amor que ese nombre es correcto. También que, en última instancia, lo repito, solamente hay dos “cosas”: el amor y el miedo. La iglesia católica dice, o decía, que Dios es amor. Por tanto, en lugar de leer Dios en esa postal de la tía Lola, leeré amor.

Pero, ¿qué es el amor? ¿Qué características tiene para ser verdadero amor?

En muchas bodas se leía este fragmento de la 1ª carta de Pablo de Tarso a los corintios:

 “El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe (envanece); no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no guarda rencor; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca.”

Hace muchos años leí muchas veces también el libro de “El profeta” de Gibrán Khalil Gibrán, en él dedica un apartado para el amor.

Cuando el amor os llegue, seguidlo. Aunque sus senderos sean arduos y penosos. Y cuando os envuelva bajo sus alas, entregaos a él. Aunque la espada escondida entre sus plumas os hiera.

Y cuando os hable creed en él. Aunque su voz sacuda vuestros sueños como hace el viento del norte, que arrasa los jardines. […]

Así como se remonta a lo más alto y acaricia vuestras ramas más delicadas que tiemblan al sol, así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá desarraigándolas de tierra. [...]

Os amasará para que lo dócil y lo flexible brote de vuestra dureza.” [...]

Mas si vuestro miedo os hace buscar sólo la paz y el placer del amor, entonces mejor sería que cubriérais vuestra desnudez y os alejárais de sus umbrales hacia un mundo sin estaciones, donde reiréis, pero no con toda vuestra risa y lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas.”

[...]

Mas si amáis y no podéis evitar tener deseos, que vuestros deseos sean estos: Fluir y ser como el arroyo que murmura su melodía en la noche. Conocer el dolor de la excesiva ternura. Caer heridos por vuestro propio conocimiento del amor y sangrar plena y alegremente. Despertar al alba con un corazón alado y dar gracias por otro día más de amor. Reposar al mediodía y meditar sobre el éxtasis amoroso. Volver al hogar cuando la tarde cae, volver agradecidos. Y dormir luego con una plegaria por el ser amado en vuestro corazón y con una canción de alabanza en vuestros labios”.

Siempre que oí hablar del amor pensaba que se estaban refiriendo al amor hacia los demás, los animales, la naturaleza, … pero nunca se me ocurrió que ese amor podría dirigirse hacia uno mismo. 

 

(Continuará) 

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