Estamos en época de presupuestos. En
el verano está prácticamente todo parado en la administración
porque la mayoría del personal está de vacaciones. Hasta finales de
junio se estuvieron elaborando las propuestas dentro de las
Consejerías para el presupuesto del año siguiente y se envió lo
que en el argot de la gente de presupuestos se llama “la carta a
los reyes”, son propuestas de máximos que las Consejerías hacen
para pedir a la de Hacienda.
Durante el mes de septiembre se
producen las negociaciones entre las Consejerías y la de Hacienda
sobre los importes de las partidas a incluir en cada uno de los
programas de gasto.
Durante el mes de septiembre se producen las negociaciones entre las Consejerías y la de Hacienda sobre los importes de las partidas a incluir en cada uno de los programas de gasto.
El presupuesto se clasifica de diversos
modos, fundamentalmente de tres, existen las clasificaciones
orgánica, funcional y económica.
Puede verse el presupuesto de la Junta para 2014 aquí. No se asusten, ponen muchísimos datos para marearnos a los ciudadanos y que no nos enteremos
de lo que se está haciendo con nuestro dinero, pero siguiendo unas
pocas ideas se puede comprender cómo nuestro dinero está yendo a
los ricos que son los que, en teoría, no deberían recibir dinero o
muy poco mientras que los paganini, que no somos ricos, somos
los que pagamos el pato y el caviar y el champán ...
La clasificación orgánica hace
referencia a quiénes gestionan los gastos e ingresos, el gestor
típico de cada gasto es una dirección general. En la Consejería de
Agricultura, por ejemplo, tenemos cuatro direcciones generales y la
secretaría general que también gestiona sus propios gastos. La
dirección general que más presupuesto tiene en Agricultura es la de
Agricultura y Ganadería, fundamentalmente por las subvenciones de la
Política Agraria Comunitaria (PAC).
Los gastos se clasifican también
funcionalmente, se desglosa en los denominados programas de gasto, el
programa que más dinero tiene presupuestado en 2014 en Agricultura
es el dedicado a la PAC, es el programa 718A con la denominación de
Política Agraria Comunitaria.
Por último tenemos la clasificación
económica, se divide en capítulos que van del 1 al 9 (en números
romanos muy a menudo). El capítulo I recoge los gastos de personal
(altos cargos, asesores, funcionarios, laborales,...). El capítulo
IV, el que tiene más presupuesto en Agricultura, recoge las
subvenciones que se dan a los distintos perceptores. De nuevo, la
partida con más presupuesto en Agricultura es la 4731X (el 4 hace
referencia al capítulo, subvenciones, el 7 hace referencia al
artículo que es a empresas privadas y el resto es identificación
concreta de la partida de gasto, en este caso la partida que se llama
Pagos directos).
Todos los gastos se clasifican de esos
tres modos, según la clasificación orgánica los pagos directos de
la PAC (700.000.000 euros para 2014) los gestiona la Dirección
General de Agricultura y Ganadería. Por su clasificación funcional
es un gasto incluido en el programa de Política Agraria Comunitaria.
Y por su clasificación económica es de Capítulo IV (Subvenciones
corrientes, también hay, en el capítulo VII, subvenciones al
capital de las que podemos hablar en otro momento).
Vale, nos quedamos con que los pagos
directos de la PAC tienen un presupuesto de 700 millones de euros (lo
que vienen siendo 116.470 millones de las antiguas pesetas, o sea una
cantidad enorme de dinero) para 2014. Ese dinero ha recorrido un
largo camino para llegar desde nuestros bolsillos a los de los
señoritos de Castilla la Mancha (lógicamente pasa lo mismo en
Andalucía, en la Rioja,...) Una vez el dinero en el bolsillo del señorito ya se encarga él de ponerlo a buen recaudo en Suiza o sitios parecidos o se lo gasta en lo que quiera: yates, casas enormes, cacerías en Botswana, ...
El dinero se nos quita del bolsillo
principalmente a los currantes que somos los que tenemos los ingresos
controlados a través de los impuestos, o sea, cada vez que echamos
gasolina o que hacemos la compra o que pagamos las vacaciones pagamos
un IVA de donde sale una parte del ingreso que tiene la Unión
Europea (UE). También contribuimos con lo que pagamos, con tanto
esfuerzo, por el IRPF a alimentar el presupuesto comunitario. Del
presupuesto comunitario se destina una parte a la PAC que viene de
Europa y se distribuye por países y comunidades autónomas. Una vez
que está en la ancha Castilla es cuando pueden cobrar los señoritos.
Todo este recorrido tiene la
exclusiva finalidad de marearnos y que desistamos de enterarnos de lo
que se hace con NUESTRO dinero.
¿Por qué digo que va de nuestros
bolsillos a los de los señoritos?
Porque los pagos directos de la PAC
son mayores para los que tienen más tierras y los que tienen
muchas tierras se han llamado de siempre terratenientes o señoritos.
No hay límite en el importe máximo a percibir, es posible que un
solo señorito cobre 50 millones de euros al año cuando está claro
que, si tiene tantas tierras, no necesita para nada que nosotros le
“ayudemos” con nuestros impuestos, se basta y se sobra él solito
para vivir “dignamente”.
De la PAC también cobran muchos
agricultores que no tienen tantas tierras pero eso es para disimular
y mantener callados a los agricultores, lo importante de ese dinero
es lo que se destina a condes, marqueses, duques, banqueros,… que
son los que tienen fincas grandes.
O sea, que el dinero sale de los
curritos de Castilla la Mancha, por el camino paga un montón de
burócratas, asesores de toda calaña, parlamentarios, … en las
provincias, en Toledo, en Madrid y en Bruselas para acabar llegando a
los bolsillos de, por ejemplo, la duquesa de Nosequé que tiene unos
fincones de narices que sólo dedica a la caza o las tiene
manifiestamente abandonadas. No necesita producir nada en ellas, no
necesita emplear a nadie, el dinero lo recibe según el tamaño de
las fincas. Y todo eso con un montón de excusas diciendo que la
soberanía reside en el pueblo, que se redistribuyen la renta y la
riqueza, que se fomentan actividades sostenibles y otro montón de
palabrerío para despistar a la gente, para que nos dejemos “ordeñar”
mansamente y aún digamos lo de “qué buenos son los señores
millonarios, qué buenos son que nos llevan de excursión”.
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