sábado, 31 de mayo de 2014

Subvenciones a la agricultura

Hablar de ayudas de Estado es una frikada, vaya por delante que meterse en este vericotal es algo que hace muy poca gente hace pero, aparte de ser una frikada, es un asunto que les viene muy bien a los poderosos, es un modo de que los políticos hagan de Robin Hood a la inversa, es decir, robar a los pobres para dárselo a los ricos.
La forma más común, y más fácil de entender, de ayudas de Estado son las subvenciones, dinerito fresco, contante y sonante que las "administraiciones", gastándose la pasta que nos sacan a nuestro pesar, vía impuestos, entregan graciosamente a "empresaurios" y ricachones con excusas diversas. Otras formas de ayudas de Estado son las desgravaciones en impuestos (el de Sociedades es aparentemente del 30% sobre el beneficio pero en la realidad sólo es de un 3%), también se pueden dar esas ayudas vendiendo bienes públicos (terrenos, participaciones en empresas, ...) a precio mucho más bajos de los de mercado y otras formas que dejaremos aparte por ahora.
La Unión Europea dice que las prohíbe pero la realidad es que se reserva para sí el derecho a autorizarlas o no con todo el poder que eso conlleva.
Las subvenciones (y las ayudas de Estado en general) pueden mantener empresas que no están siendo competitivas (por ejemplo cuando se dan ayudas a los bancos, pobrecitos, porque han hecho mal su trabajo y  han perdido dinero haciendo apuestas arriesgadas que no les han salido bien). Las ayudas dificultan conseguir objetivos tan importantes como mantener el déficit en cantidades soportables y, con ello, la Deuda Pública (que sufrimos todos) en importes razonables.
Las ayudas de Estado pueden, y de hecho lo hacen, perjudicar a los ciudadanos (los paganini) y a las empresas que no reciben subvenciones.
También pueden mantener, con dinero de todos, empresas que el mercado no paga un duro por mantener o, lo que quizá sea aún peor, dar dinero a empresas que son rentables con lo que el beneficio de los accionistas es aún mayor a costa de todos nosotros, mayoría silenciosa y que no se puede defender de los desmanes de los políticos (los encargados de mantener el orden en las fincas de los señoritos).
Pongamos ejemplos, uno que ahora me toca muy cerca, porque me han desterrado ahí, son las subvenciones que da la Consejería de Agricultura. El presupuesto que este año tiene esa Consejería de la ancha Castilla para subvencionar a empresas ¡privadas! es de 837.369.500 euros (¡una pasta enorme!, son, en calandrias de las que me gustan a mí, 140.000.000.000 rubias, ¡ciento cuarenta mil millones de pesetazas! sólo este año). Es verdad que una parte de esas ayudas de Estado van destinadas a pobrecitos agricultores que redondean así unos ingresos y con esas no me voy a meter ahora, pero es que hay muchas ayudas que no van a los pobrecitos agricultores, pensemos que muchas de las ayudas pretendidamente destinadas a la agricultura las cobran gente como duques, condes, banqueros y otros por el estilo sólo por el hecho de tener unas enormes fincas que han heredado de sus antepasados o que han conseguido con malas artes. Esas ayudas no son defendibles, no ayudan a la pobre gente sino que sirven para que los que menos tenemos apoquinemos, aflojemos la mosca, para que los caciques de toda la vida se dediquen a pegar tiros en sus dehesas y sean cada vez más ricos.
Yo no podría estar de acuerdo con que alguien como algún exbanquero (más tiene el rico cuando empobrece que el pobre cuando enriquece) hubiera recibido de la Consejería de Agricultura entre 2002 y 2014 más de dos millones y medio de euros con unas excusas u otras, ese señorito no necesita que nosotros le demos dinero. Tampoco estaría de acuerdo si me enterara de que alguien con 14 títulos nobiliarios, duque de muchas cosas, conde de otras tantas, marqués y barón para más inri le habíamos pagado entre los sufridos castellano-manchegos entre 2002 y 2013 la escalofriante suma de casi 4 millones de euros (más de 54 millones de pesetejas al año...), no estaría de acuerdo, de ninguna manera, menos mal que no me he enterado de eso porque si me enterara se me llevarían todos los demonios.
Yo quiero hacer una propuesta para evitar tales desmanes, si yo fuera neoliberal votaría a favor de eliminar TODAS las subvenciones a empresas privadas pero como no lo soy propongo que se limiten las ayudas de Estado que una empresa puede recibir en un año a 10.000 euros (ya está bien más de millón y medio de pelas al año...). Si hay alguna empresa que, por las inversiones que tiene que acometer y su rentabilidad social, precisa más que eso no se le darían subvenciones a fondo perdido como se está haciendo sino que se darían en forma de participación en el capital de modo que los manchegos seríamos socios de empresas en todo su esplendor, habría veces que perderíamos lo aportado porque las empresas fueran mal (entonces tendrían que dimitir los que hubieran decidido que entráramos en ellas) pero otras veces cobraríamos entre todos los dividendos lo cual me parece justo ya que hemos arriesgado nuestro dinero.
Limitar el importe anual a 10.000 euros haría que muchas más empresas entraran en el reparto con lo que se podría ayudar a muchísimos autónomos y pequeños empresarios que se las ven y se las desean para sacar adelante su pequeños negocios y sus familias.
¿Les parece descabellada esta propuesta?¿O es solamente ingenua?
Disfruten del fin de semana queridos.

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